Serie ¿Adónde fue a parar Rio 92? ¿Adónde va Rio+20?

Posted on 01 junio 2012
Entrevista Profesor José Goldemberg
© Foto cedida por el entrevistado
 Entrevista Profesor José Goldemberg

José Goldemberg es un célebre físico brasileño, de 84 años de edad. Era el secretario de Medio Ambiente de la Presidencia de la República de Brasil cuando se celebró la conferencia de Rio 92. Se esforzó considerablemente para que la conferencia fuera un éxito y contara con la participación efectiva de los países cuya economía o dinámica de población tenía (y tiene) un fuerte impacto en las condiciones ambientales en todo el planeta.

En una entrevista por escrito, este científico señala como grandes legados de Rio 92 la adopción del Programa 21 y el inicio de las discusiones para la elaboración de la Convención sobre Cambio Climático y el Convenio sobre Diversidad Biológica, y espera ver una profundización de las acciones tras Rio+20. A pesar de sus expectativas optimistas, Goldemberg es crítico con el texto de base de la nueva conferencia: «Simplemente reafirma las decisiones adoptadas por los países o las Naciones Unidas, que resultaron insuficientes para evitar los problemas ambientales a que nos enfrentamos», dice.

Además de secretario de Medio Ambiente, fue secretario de Ciencia y Tecnología y ministro de Educación, entre los diversos cargos públicos que desempeñó. En sus actividades académicas, ha dedicado su carrera a la investigación en física nuclear, energía, planificación energética y aprovechamiento de la biomasa. La actuación de José Goldemberg en diferentes áreas se ha visto reconocida con numerosos premios, como el Premio Planeta Azul, concedido por la Asahi Glass Foundation en 2008. Vea a continuación la entrevista completa.

¿Qué hacía usted cuando se celebró Rio 92? ¿Recuerda algún episodio especial que marcara aquella conferencia?

Era secretario de Medio Ambiente de la Presidencia de la República, una secretaría que tenía las atribuciones actuales del Ministerio de Medio Ambiente, y a la vez ocupaba el cargo de secretario de Ciencia y Tecnología. Lo más notable de Rio 92, desde el punto de vista de Brasil, fue el compromiso de la Presidencia de la República en los preparativos de la Conferencia.Una de las maneras en que eso se hizo fue la misión que me encomendó el Presidente de viajar a Estados Unidos, India y China para convencer a los jefes de Estado sobre la importancia de esa conferencia y de su presencia en Rio, y realmente acudieron.

¿Qué países tuvieron una participación más destacada en Rio 92? ¿Cómo fue la participación de los países de América Latina?

Los países que participaron en los preparativos de la conferencia fueron los países de la Unión Europea y Japón. Estados Unidos tuvo un papel importante, pero no demasiado firme. La participación de los demás países latinoamericanos fue pequeña.

¿Cuál fue el principal legado de la conferencia de Rio 92?

La aprobación de las Convenciones sobre Cambio Climático, Biodiversidad y la Agenda 21. Las convenciones posteriormente ratificadas por los países signatarios se convirtieron en leyes y fijaron obligaciones para esos países. En el caso de la Convención sobre Cambio Climático, que fue ratificada rápidamente y entró en vigor en 1997, tras la Conferencia de Kioto, que aprobó el Protocolo de Kioto, el cual estableció metas y plazos para reducir las emisiones de los principales gases responsables del calentamiento global. El Protocolo no fue ratificado por los Estados Unidos, pero aun así entró en vigor en 2005 y fue implementado por los países de Europa. El Mecanismo de Desarrollo Limpio, que beneficia a los países en desarrollo, como Brasil, también dio buenos resultados.

El Convenio sobre Diversidad Biológica tardó más tiempo en ser implementado y el primer protocolo derivado del mismo no fue adoptado hasta 2009. Estados Unidos no ratificó ese convenio.

La Agenda 21, pese a no ser una convención jurídicamente vinculante, tuvo una gran influencia porque miles de alcaldes de numerosos países del mundo lo adoptaron como guía para el desarrollo sostenible en el área de saneamiento, eliminación de residuos urbanos y mejora de la calidad del aire.

Entre las resoluciones de la conferencia, ¿hay algún ámbito en que no se hayan registrado avances?

La Convención sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kioto encontraron muchas dificultades en su implementación, por lo que la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero no fue según lo previsto. Estas siguen aumentando, y para 2050 habrán calentado el planeta hasta un nivel que provocará importantes cambios en el clima. Se necesitan acciones más fuertes en este ámbito, especialmente porque los países emergentes, como China, se han convertido en grandes emisores de gases de efecto invernadero desde 1992.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica siguió siendo un documento retórico y no comenzó a ser verdaderamente implementado hasta después de 2009, con la aprobación del Protocolo de Nagoya.

¿Cuál debería ser el principal resultado de Rio+20?

El principal resultado de Rio+20 debería ser el fortalecimiento de las acciones previamente acordadas en las convenciones sobre Cambio Climático y Biodiversidad. Esas acciones exigirían más de los países industrializados, pero deberían contener también disposiciones para la participación efectiva de los países emergentes (anexo I de la Convención sobre Cambio Climático), a los que el protocolo de Kioto prácticamente no impuso ninguna obligación, lo cual no es realista si realmente queremos prevenir o mitigar el cambio climático en la medida de lo posible.

¿Qué opinión le merece el texto de base de Rio+20?

El texto de base para Rio+20 (el llamado borrador cero) resulta totalmente insatisfactorio para lograr esos objetivos, pues en general se limita a reafirmar las decisiones anteriormente tomadas por los países o por Naciones Unidas, que demostraron ser claramente insuficientes para evitar los problemas que enfrentamos hoy en el ámbito del medio ambiente.

La única idea nueva de este texto de base es la de promover acciones hacia una «economía verde», propuesta por el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y que se basa en el uso racional de los recursos naturales, la reducción del uso de combustibles fósiles y el uso creciente de fuentes de energía renovables. Aun así, lo que consta en ese «borrador cero» son simples exhortaciones, sin metas ni plazos para cumplirlas, ni un plan de trabajo para dividir esas acciones entre los países. Eso es lo que hizo el Protocolo de Kioto y es el ejemplo que deberá ser seguido. Creo que Rio+20 debería determinar la adopción de protocolos que dieran paso a la adopción de una «economía verde» en los diversos países.

¿De qué forma pueden el sector empresarial y la sociedad civil contribuir a la conservación del medio ambiente y al desarrollo sostenible?

Una vez aprobadas las metas y calendarios para una transición hacia una economía verde, cada sector empresarial (por ejemplo, el sector siderúrgico, la construcción, la agricultura, etc.) habría de identificar cuáles deberían ser las acciones a seguir. Por ejemplo, el sector siderúrgico decidiría abandonar paulatinamente el uso del carbón mineral y pasaría usar carbón vegetal producido en las plantaciones forestales sostenibles.

En el caso del sector residencial o comercial, el camino a seguir pasaría por la recogida selectiva de residuos y su uso para producir calor y electricidad.

¿Cuál es el papel de las economías emergentes —como los BRICS— en el impacto y las soluciones a los problemas ambientales?

Muy grande: el producto nacional bruto de los BRICS pasó del 21 a 31 % por ciento del PIB mundial en los últimos 30 años.

Las emisiones de CO2 (el principal gas causante del efecto invernadero) aumentaron de 29 a 35 % durante el mismo período y superarán las emisiones de los países industrializados en los próximos 20 años.

¿En qué medida es viable la estructuración de la llamada «economía verde»? ¿Sería también importante una «economía azul»?

No hay ninguna diferencia esencial entre la «economía verde» de toda la economía y la «economía azul». Esta se centra más en la conservación de la naturaleza (agua, atmósfera y bosques). Una «economía verde» presupone claramente la existencia de una «economía azul».

Desde la perspectiva del acceso de los ciudadanos a los alimentos, el agua y la energía, ¿cómo deben ver los gobiernos y la sociedad el medio ambiente? ¿Cuál es la solución de futuro para la Amazonia, para Brasil y para América Latina?

El problema que surge aquí es el conflicto entre la manera de satisfacer las necesidades urgentes e inmediatas de la población, como el acceso al agua, los alimentos y el transporte, y una visión a más largo plazo.

Satisfacer las necesidades inmediatas conlleva el grave riesgo de no garantizar un desarrollo sostenible, es decir, que sea duradero. Por ejemplo, talar una selva virgen y vender la madera puede parecer a corto plazo una buena idea para garantizar la alimentación para la familia. Lo que sucede es que, una vez que se tala, el bosque no puede volver a ser talado nuevamente y los medios de subsistencia desaparecen.
En una visión a medio y largo plazo lo que debe hacerse es preservar el bosque y usar sus productos de manera sostenible.

Lo mismo puede decirse de los recursos energéticos: por ejemplo, si usamos petróleo (y sus derivados) de manera irracional, las reservas restantes no durarán más de 30 a 40 años. Necesitamos aumentar la eficiencia con la que se usa el petróleo para prolongar la vida de las reservas restantes y poco a poco ir reemplazándolo por energías renovables, que no se agotarán mientras brille el sol.

La verdad es que no hay una contradicción insalvable entre desarrollo (entendido como crecimiento económico) y preservación del medio ambiente. Hacer que sean compatibles es lo que se entiende por desarrollo sostenible.
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