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De Wall Street a la Amazonía peruana, el modelo financiero que busca asegurar la supervivencia de nuestra naturaleza

Esta iniciativa busca impulsar actividades económicas que ayuden a financiar la conservación de las áreas naturales protegidas a largo plazo.

  • Esta iniciativa busca impulsar actividades económicas que ayuden a financiar la conservación de las áreas naturales protegidas a largo plazo.
  • Se invertirán 9 millones de dólares, en una primera etapa, para catalizar el modelo financiero que permitirá conservar la biodiversidad en áreas del bioma amazónico.
     
¿Cómo financiar la gestión de las áreas naturales protegidas del Perú a largo plazo? Una difícil pregunta debido al vasto patrimonio natural que resguardan, que incluye una red de  70 parques, reservas y territorios que cubren un área equivalente a más del doble que la de países como Guatemala o Hungría. Finalmente, la solución a este rompecabezas vino de un innovador modelo financiero importado desde Wall Street que hoy es puesto en marcha en el Perú mediante una iniciativa que busca conservar la naturaleza mediante el desarrollo de actividades productivas recreativas y de turismo.

 “Este proyecto supone un cambio de paradigma en nuestra visión sobre la gestión para la conservación, pasando de una visión cortoplacista a una visión de largo plazo orientada a generar mecanismos que refuercen las instituciones del Estado para que dispongan de los recursos y las capacidades necesarias para alcanzar la gestión efectiva de estas áreas”, afirma Isabel Filiberto, gerente de proyectos para WWF-Agencia del Fondo Global para el Medio Ambiente (GEF, en sus siglas en inglés).

La iniciativa “Asegurando el futuro de las áreas naturales protegidas” es liderada por el Estado peruano, a través del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp). Este proyecto cuenta con financiamiento del GEF que, en una primera etapa, aportará 9 millones de dólares al fondo que tiene como meta recaudar 70 millones de diversas fuentes para 38 áreas de la Amazonía. Por el momento, se han preseleccionado seis zonas prioritarias para la conservación que suman más de dos millones y medio de hectáreas: la Reserva Nacional de Pacaya Samiria, Alpahuayo Mishana, Parque Nacional Río Abiseo, Parque Nacional Tingo María, la Reserva Comunal Machiguenga y el Santuario Nacional Tabaconas Namballe.

“Este proyecto tiene como meta cerrar la brecha financiera de nuestras áreas protegidas, que asciende aproximadamente a 14 millones de dólares por año. Para ello, WWF ha trabajado de la mano del Sernanp, desde su concepción como soporte técnico para ‘peruanizar’ este modelo procedente del mundo de las finanzas y, finalmente, como agencia implementadora de estos fondos mundiales”, explica Jessica Villanueva, especialista en finanzas para la conservación.

Espacios clave para el desarrollo nacional

Las áreas naturales atesoran multitud de recursos que benefician al ser humano, como el agua o la diversidad de flora y fauna. Estos, son los llamados “servicios ecosistémicos” y pese a la complejidad de asignarles un valor, una investigación de la Universidad del Pacífico realizada en 2009, lo estimó en al menos 16 mil millones de dólares en beneficios para los peruanos y del mundo.

Asimismo, la conservación de las áreas protegidas resulta clave para hacer frente al cambio climático. El Perú alberga la segunda superficie de Amazonía más extensa en el mundo con más de 70 millones hectáreas de bosques, que retienen más de 1,8 mil millones de toneladas de carbono, una cifra superior a las emisiones anuales de carbono liberadas por el sector energético en toda la Unión Europea, que ascienden aproximadamente a 1,1 mil millones de toneladas, de acuerdo a cifras del 2014.

Con esta iniciativa, además, se busca generar mecanismos de sostenibilidad financiera a largo plazo mediante el impulso de actividades económicas sostenibles de manejo de recursos naturales, o a través del fortalecimiento del ecoturismo. Estas áreas de conservación esconden un gran potencial económico. Un estudio de la universidad mencionada, demuestra que los ingresos de las poblaciones locales que viven dentro o en zonas adyacentes a las áreas protegidas son un 8,3% superiores que aquellos de personas que viven en otras áreas. Esto se debe a que promueven el aprovechamiento sostenible de recursos en beneficio local. En la Reserva Nacional Tambopata y en el Parque Natural Bahuaja-Sonene, por ejemplo, la comercialización de nueces de Brasil alcanzó los 500,000 dólares en 2015, beneficiando a 700 personas aproximadamente. 
© WWF
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