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Las Zonas de Reserva Campesina y sus aportes a la conservación de los bosques

La historia de la Zona de Reserva Campesina El Pato-Balsillas está marcada por luchas organizativas de sus habitantes y acciones de autonomía en el manejo de los recursos naturales. Su proceso muestra un camino al equilibrio entre conservación y sistemas productivos y un servicio mutuo entre humanos y el resto de la naturaleza.



En Colombia existen 64 Zonas de Reserva Campesina (ZRC), entre reconocidas, en trámite o proyectadas. Esta figura, formalizada en 1994, ha permitido a las comunidades campesinas la planeación y gestión de planes de desarrollo sostenible para el manejo de sus territorios, la conservación ambiental y la reducción de la frontera agrícola (que es una de las principales causas de deforestación en Colombia). En palabras de Misael Guependo, habitante de la Zona de Reserva Campesina El Pato-Balsillas, son espacios para que las personas puedan tener una vida sostenible, donde se combine producción y conservación. Lo que él llama, “un ecosistema equilibrado a largo plazo, con un servicio mutuo entre sociedad y naturaleza”.

Misael vive hace más de 35 años en la región del Pato en Caquetá y hace parte de las directivas de la Junta de Acción Comunal-JAC de la vereda Guayabal, donde posee un terreno de seis hectáreas, espacio en el que vive, produce café, aguacate, miel, y conserva bosque primario. La ZRC es su hogar y el de cerca de 6.000 campesinos, de acuerdo al último censo, quienes viven en aproximadamente 72 mil hectáreas con lineamientos y normas específicas: una de ellas prohíbe la acumulación de tierras en unas pocas manos y evitar que se concentre en terratenientes. Así que por familia no puede haber más de 75 hectáreas y una persona natural no puede tener más de dos fincas.

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Muchas de las familias que llegaron inicialmente a poblar la región del Pato, venían desplazadas por el conflicto armado, buscando refugio en la cordillera para defender la vida. Inicialmente se dedicaron a la explotación de los bosques (extracción de madera, caucho o pieles) y al darse cuenta de que se estaba deteriorando el territorio y la población estaba aumentando, decidieron organizarse para no acabar con la riqueza y tener derecho en el uso de la tierra y una vida más digna, iniciando así el camino a ser Reserva Campesina.

Los pobladores de la región han enfrentado políticas represivas como las que vivieron los fundadores de los primeros centros poblados en los años 60, además de violencias y estigmatizaciones por vivir en corredores estratégicos de la antigua guerrilla de las FARC-EP. “Me siento muy orgullosa de ser campesina en esta zona que tiene una larga historia. Nuestra zona ha sido muy afectada, vivimos violencias fuertes y la gente se tuvo que ir por la guerra y operativos del Ejército."

A mediados de los años 80 nuevamente hubo represión sobre la zona y se decía que los que vivían allí eran guerrilleros, pero la comunidad decidió hacer la “Marcha por la Vida” para demostrarle al Gobierno que los que vivíamos allí eran campesinos y pedirle el respeto de los derechos de estas familias”, cuenta Alba Tovar, habitante de la ZRC.

En medio de este contexto, las y los campesinos de la región han logrado forjar una identidad a partir de su historia y prácticas diarias de cuidado de los recursos. También han perseverado en sus procesos comunitarios, aportando a la conservación de su territorio y concertando acuerdos con las entidades del Estado como el Parque Nacional Natural Cordillera de los Picachos, desde los años 90.
 

La conformación de la primera ZRC del país



Una conservación inclusiva es aquella que respeta los derechos humanos, que empodera a los actores interesados y que crea equidad, bajo los parámetros del desarrollo sostenible. © Stefany Olaya/ WWF Colombia 


Después de años de socialización vereda por vereda y casa a casa, para que la gente entendiera en qué consiste la figura de Reserva, en 1997 y por medio de la resolución 055 del INCORA, los habitantes de la región lograron la creación de la Zona de Reserva Campesina El Pato-Balsillas, la primera del país, liderada por la Asociación Municipal de Colonos del Pato (AMCOP), quienes han logrado solucionar el problema de tenencia de tierras de más de 100 familias en un sector de este territorio.

"La idea de la forma de organización de la gente de El Pato es que las nuevas familias que se van conformando puedan tener un espacio en la tierra” para ser productivo ahora y en un futuro, se debe organizar, planear y trabajar de manera sostenible, y para esto la ZRC cuenta con un Plan de Manejo Ambiental que orienta a los campesinos en, cómo producir, dónde se puede producir, qué es lo urgente de conservar, qué se debe restaurar, las márgenes de bosque que se deben dejar a ríos, caños y quebradas, entre otros.

Conservar y ayudar a mitigar la ampliación de la frontera agrícola son algunos compromisos de las ZRC. La del Pato-Balsillas, justamente, está ubicada en una zona estratégica en términos de biodiversidad, pues es vecina de áreas protegidas, como el Parque Nacional Natural Cordillera de los Picachos, el Parque Natural Regional Miraflores y Picachos y determinantes ambientales como la Zona de Reserva Forestal de la Amazonía, contribuyendo a la protección y conservación de estas áreas.

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Campesinos de la Zona de Reserva han firmado acuerdos con el Parque Nacional Natural Cordillera de los Picachos con apoyo de otras organizaciones, como WWF, para restaurar y conservar espacios de sus fincas, implementando alternativas de producción sostenible y aprovechamiento del bosque, comprometiéndose a mantener la conectividad entre sus fincas y el Parque.

Actualmente la ZRC busca consolidar su apuesta territorial ampliándose hacia la zona conocida como Bajo Pato. Este proceso es liderado por la Asociación Ambiental del Bajo Pato (ASABP), que desde 1999 representa al campesinado de esta subregión, lo que implica realizar consulta previa con el resguardo indígena de Altamira, para posteriormente sustraer una parte de la Reserva Forestal de la Amazonía. Las ZRC se proyectan como una de las apuestas, desde la perspectiva campesina, para el ordenamiento ambiental, social y productivo del territorio.

WWF ha apoyado la construcción del Plan de Desarrollo de la ZRC El Pato-Balsillas, en el marco del proyecto Áreas Protegidas y Paz. Éste contribuye a la gestión de seis áreas protegidas y su gobernanza territorial, mejorando las condiciones de vida de las personas y aportando a la construcción de paz y es apoyado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania (BMU por sus siglas en alemán) y realizado en Alianza con Parques Nacionales Naturales de Colombia.
© Escuela Audiovisual Voces del Pato
Apoyar la conservación realizada por los pueblos indígenas y las comunidades locales implica reconocer que ellos tienen derecho a decidir cómo manejar sus territorios .
© Cristian García
Transformar los sistemas sociales y económicos para vivir en armonía con la naturaleza y la vida es uno de los temas fundamentales a tratar dentro de los procesos de conservación ambiental.

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